De la manifestación del día 21 de diciembre en Palma

«Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas.» 

Esta frase no es mía, sino del gran escritor y periodista que era Georges Orwell. Y con ella empiezo este post dado que me parece que muchos periodistas, o periódicos, o redactores no comparten esta visión del periodismo…. 

Creo que ya os hablé de nuestras “aventuras” con la Fundación Natura Parc, en concreto con la perrera que gestiona en Santa Eugenia. Estuvimos pidiendo que abriera al público y que tuviese mayor transparencia. 

Hasta el día 26 de marzo del presente año, nadie podía visitar a los animales recogidos (contrato de perrera municipal con 42 municipios) y los que salían, aparecían en pésimas condiciones. 

Desde el día de la apertura al público (lunes, miércoles y viernes de 11 a 13 horas), estuvimos esperando las mejoras prometidas, sobre todo las instalaciones de casetas en las jaulas, pues los animales permanecen todo el día a la intemperie, bajo la lluvia, en el frío y el viento del invierno.

Dejamos pasar el verano, al admitir que las instalaciones son correctas para la temporada estival, y teniendo fe en que se pondrían casetas de cara al invierno (si es que soy boba de lo bien pensada que soy, de verdad…) . 

La última “noticia” que tuvimos fue que se habían instalados tablones de contrachapado en un rincón de las jaulas, para proveer cierto cobijo a los animales. Obviamente, tablas sujetas de cualquier manera, con camitas de plástico atornilladas en el suelo, no sirven para proteger a los animales. 

Por eso, el pasado sábado 21 de diciembre, se llevó a cabo una manifestación pacífica en el centro de Palma de Mallorca .Un buen centenar de manifestantes desfilaron en pleno centro de Palma pidiendo mejoras en la perrera de la Fundación Natura Parc. Casetas para proteger de la intemperie y del frío a los perros y gatos, apertura a los voluntarios, apertura el sábado, atención veterinaria en continúo. En fin, inversiones básicas para poner en condiciones las jaulas de la perrera 

Se nos vio, ¡vaya si se nos vio!!!! Pero nosotros no vimos a ningún medio de comunicación que se interesara por la razón que puede llevar a unos ciudadanos a irse de manifestación un sábado en lugar de pasárselo bien con sus familiares y amigos. 

Eso sí, al parecer, un miembro de la Dirección de la Fundación Natura Parc estuvo presente para sacarnos fotos a los manifestantes…Y digo: “al parecer”, pues no me fije en absoluto…Fallo mío, pues estamos fotografiados en cada manifestación ( y no precisamente por periodistas)… 

Por lo tanto, en caso de qué así fuera, le quisiera decir aquí unas cuantas cosas a este señor: 

1/ Espero que haya sacado fotos de mi mejor perfil, ya que disto mucho de ser fotogénica.

2/ Albergo la sospecha de que estas fotos servirán a alimentar una base de datos de “persona non grata” a fines de realizar una selección entre posibles voluntarios y personas vetadas (si es que se pone en marcha de una vez por toda el famoso voluntariado del que todos oímos hablar pero que nadie ha visto).

3/ En caso de que las sospechas que expuse en el punto 2 fuesen confirmadas y demostradas, es obvio que esta violación de derechos (o de LOPD, a qué-sé-yo) no quedaría legalmente impune. 

Ya lo he dicho mil veces, pero lo volveré a decir, una vez más: Quiero que los animales tengan posibilidad de cobijarse de la intemperie, y eso, solo se consigue con casetas bien aisladas del suelo.

No tengo nada en contra de la Fundación o de sus empleados y, al igual que decía una amiga mía el otro día, cualquier persona que quiera mejorar la vida de estos animales tiene mi simpatía, se llame como se llame y venga de donde venga. 

Volviendo a la cita con la qué empecé este post, me estoy cuestionando la imparcialidad de los medios de comunicación, pues NI UNO se dignó en informar sobre nuestro movimiento. 

Señores periodistas: Que una manifestación, un movimiento o una queja vaya en contra de un cliente suyo no le da derecho a boicotear dicho evento. Entiendo entonces que para “ser noticia” hay que pagar…. Y eso, de periodismo no tiene nada…. 

Hasta donde yo sé, los periódicos están para publicar noticias, les guste o no les guste. En el periodismo, y más todavía en una democracia, no hay censura que valga…

Aunque la verdad es que últimamente, tengo como una sensación de “democracia autoritaria” que no me gusta nada….Pero esto, ya lo comentaremos en otra ocasión…

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Identificar el ADN de las cacas de perros de Esporles para multar al dueño

Acabo de enterarme de una noticia que me ha dejado sin habla, pero que gracias a dios, no mermó mi facultad de teclear.… 

El ayuntamiento de Esporles se toma muy en serio las defecaciones caninas.

Hasta tal punto que prevé crear un censo canino, identificando a los perros mediante su ADN, para luego poder patrullar por el pueblo, recogiendo muestras de excrementos “cobardemente abandonados” en la vía pública por dueños cuyo civismo deja que desear. 

Una vez recogidas estas muestras, lógicamente tendrán que ser analizadas en un laboratorio para extraer el ADN canino a fines de cotejarlo con el ADN de los perros inscritos en el censo establecido por el consistorio. 

Resumiendo, en el caso de vivir en Esporles: 

Tendrías que registrar a tu perro en el ayuntamiento.

Tendrías que permitir que se recoja una muestra de ADN de tu animal para que dicho código genético se vea asociado a tu modesta persona.

Y tendrías que tener mucho cuidado en no olvidarte (o descuidarte) de recoger las deyecciones de tu perro. Sí, mucho cuidado…. 

Pues, escondido en la sombra, al asecho y vigilando tus pasos, habrá un empleado municipal armado de un kit de recogida de pruebas a lo CSI que se agachará al lado de la “caquita” de tu querido peludo, recogerá una pequeña muestra, la meterá en unas de estas bolsas para pruebas que llevan los inspectores de las series americanas en los bolsillos de sus chaquetas, se la llevarán al laboratorio donde se extraerá el ADN contenido en dicha muestra y cuando eso esté hecho, cotejara el ADN extraído con los ADN perrunos incluidos en el censo municipal. 

Para al final de todo este circuito, enviarte una multa. 

Buffff, ahora que leo lo que he escrito, la cabeza me da vueltas….Me cuesta imaginar a agentes municipales recogiendo muestras  de defecaciones caninas… Esto implicaría una considerable inversión por parte del Ayuntamiento, tanto económica (contratación de personal municipal, facturas de laboratorio, gastos informáticos ligados a la creación de un censo canino…) como logísticas. 

Lo que sí sugiero, es que la idea se extienda a los propios habitantes del municipio. Es relativamente fácil puesto que cada ayuntamiento tiene a los habitantes de su pueblo fichados, ya sea gracias al envío de tasas de basura anuales o bien al impuesto de circulación. 

Es decir:

cada habitante de Esporles deberá presentarse en el PAC del municipio, donde se le extraerá una muestra de ADN (solo hace falta saliva).

Se incrementará el número de agentes municipales, dado que tendrán que recoger cada colilla, lata, vaso, o cáscara de pipas abandonados en la vía pública.

Se procedería a cotejar el ADN de dichos residuos, y se enviará la correspondiente multa al domicilio del ciudadano recalcitrante. 

Sí, extrapolado de este modo, hasta me gusta la idea.

Se sumaría una cantidad considerable a las arcas del pueblo, y no quedaría desecho alguno en las calles. 

Extrapolando aún más, la fantástica ocurrencia de Esporles se extendería a toda España, las calles quedarían completamente limpias, cada pueblo se enriquecería, y todo el mundo estaría feliz. 

Bueno, claro, queda el problema de los animales maltrados… Digo el problema, porque cuando se pide la creación de un censo de maltratadores, se saca a relucir la LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos) y no hay manera de obtener que los maltratadores, asesinos de animales y otra gentuza puedan estar fichados…

Eso demuestra que, desde luego, no tenemos las mismas prioridades…

También estoy pensando en qué esto podría ser el perfecto instrumento de venganza entre vecinos enemistados…. Imaginaros:

Me llevo fatal con mi vecino, por suerte para mí, dueño de un perro. Por la noche, me infiltro sin ruido en su patio y recojo una caquita del animal. Me la llevo y la coloco con sigilo en la calle principal de Esporles, los agentes municipal la ven, recojen la famosa muestra, y le envían a mi odiado vecino una multa por haber ensuciado las calles del pueblo… Yipeee!!! Al final, sí que servirá de algo la nueva idea del Ayuntamiento!!!!!!!

http://www.diariodemallorca.es/part-forana/2013/12/14/esporles-preve-crear-censo-adn/897057.html?fb_action_ids=751211791558934&fb_action_types=og.recommends&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=28838148123758

ROBIN MURIÓ SOLO…

Erase una vez una señora alemana llamada Pippa(*) cuyo perro se llamaba Robin. 

Vivía con su pareja Pepe(*) quién tenía ciertos problemas con lo que los Indios de América llamaban “agua de fuego”… 

Pippa estaba muy enferma, hasta tal punto que falleció este verano. Pero amaba mucho a su perro Robin, que se quedó solo con Pepe. 

Una amiga mía, que llamaré Elsa(*), le comentó varias veces a Pepe, que en caso de problemas para cuidar de Robin, bastaba con avisarla y ella se encargaría de encontrarle una buena casa al perrito. 

Sin saber muy bien como ni porqué, Robin fue llevado a una finca aislada, cerca de Llubí. Ni hace falta decir que, al verse solo allí, el perro se largó pitando, con ganas de comerse el mundo… 

Lo que os cuento a continuación, es lo que me explicó mi amiga Elsa(*), y, por supuesto, esta historia puede tener otra versión aparte de la suya. 

Yo confío plenamente en el relato de mi amiga, dicho esto, entiendo que algunas personas prefieran oír la versión del Centro de Protección Animal donde ocurrieron los hechos aquí expuestos: 

Esta historia viene a ser la típica cantinela de “es su palabra contra la mía”. 

Sin embargo, aquí, relataré fríamente los hechos que me fueron expuestos: 

Martes 12.11.2013: 

  • Aparece Robin, solo, en la carretera Llubí – Santa Margarita y lo recoge el CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia)
  • El perro es llevado a las instalaciones del CEPAD y se le hace la correspondiente foto (debajo de este artículo).
  • Una amiga de Elsa(*), que suele mirar siempre las fotos de los animales entrados en el CEPAD lo ve y la llama por la tarde, por si reconoce al perro.
  • Elsa(*) se da cuenta que se trata de Robin, el perro de Pippa(*) la conocida suya fallecida este verano.
  • Inmediatamente quiere sacar al perro.

Miércoles 13.11.2013: 

Elsa(*) llama al CEPAD donde preguntan a nombre de quien está el chip. Elsa(*) explica el caso, y expresa su deseo de sacar al perro. Le comentan que necesitará los papeles de defunción, ella dice que lo gestiona. 

Jueves 14.11.2013: 

  • Elsa(*) localiza a Pepe(*), el “dueño” de Robin, y le pide los nº de teléfono de los 3 hijos de la señora alemana fallecida, para ver si le pueden facilitar documentación.
  • Ese mismo día, Elsa(*) avisa a su amiga Marga(*), quien conoce también muy bien al perro de que el animal está en el CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia).
  • Por la tarde, llaman al CEPAD diciendo que no pueden venir a por Robin el viernes (Marga por razones médicas y Elsa por trabajo).
  • Desde el CEPAD, les informan que podrán venir el sábado a las oficinas.
  • Elsa(*) llama al ayuntamiento, para explicar el caso del animal que tiene chip a nombre de una persona fallecida, a ver qué pueden hacer. El ayuntamiento le sugiere que se pase el lunes siguiente para intentar arreglar este problema.
  • Entre tanto, Marga (*) consigue un hogar para Robin.

Sábado 15.11.2013:

  • Marga(*) se presenta en las oficinas del CEPAD para recoger a Robin que se encuentra en la perrera.
  • Marga(*), quien camina con muleta, insiste en ir a ver al perro y sacarlo de donde esté por qué llueve mucho y no quiere que el animal se moje (en fin, preocupaciones de amantes de los animales).
  • Le contestan, muy solícitos, que no hace falta, puesto que no le irá bien caminar por allí con la muleta, y que le van a traer a Robin aquí mismo.
  • Robin llega, metido en un transportín.
  • El perro babea, tiene los ojos secos, y no reconoce a Marga(*) a pesar de conocerla bien. Tampoco se puede poner en pie.
  • Marga(*) se altera mucho, la veterinaria le comenta que se le ha puesto un antibiótico.
  • Marga(*) quiere llevarse al perro y se le informa que es imposible dado que el animal no es suyo, que tiene chip, etc.
  • Marga(*), todavía más alterada llama a Elsa(*), quien llama a su vez a la Fundación Natura Parc.
  • La respuesta es la misma: NO se pueden llevar a Robin.
  • Marga(*) quiere sacar unas fotos del perro, pero no se lo permiten.
  • Marga(*), que ya está totalmente preocupada y hundida, propone 20 euros para que alguien vigile al perro de modo que no pase el domingo solo (que no fueron aceptados por qué otra persona presente le dijo a Marga(*) que se guardar el dinero).

Lunes 17.11.2013: 

  • Sobre las 10:30, Elsa(*) llama a CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia) para pedir noticias de Robin. No está la veterinaria, la persona que atiende el teléfono de la oficina le dice que le devolverán la llamada.
  • Sobre las 12:30, viendo que no la llaman, Elsa(*) vuelve a llamar. Le comenta la veterinaria que «este perro ha comido veneno».
  • Elsa(*): «¿Cuándo???? Ningún veneno tarda 4 días en declararse, y de ser así, significaría que han dejado al animal sufrir hasta que alguien dijera que vendría a por el perro, y todo el domingo solo, sufriendo en el frío y bajo la lluvia”.
  • Elsa(*) pregunta cuando puede venir a por Robin.
  • Al final le contestan que está muerto.
  • Por lo tanto, Elsa(*) contesta que igualmente, quiere venir a por el cuerpo, para poder enterrarlo.
  • Le contesta la veterinaria que hoy (lunes) no puede ser, por qué tiene papeles y gestiones que hacer.

Martes 18.11.2013: 

  • Elsa(*) vuelve a llamar para ir a por el cuerpo. La veterinaria le contesta que ya lo ha incinerado.
  • Elsa(*) se indigna, diciendo que han dejado al perro sufrir solo todo el domingo, que esto no es ético, haberlas dejado llevarse a Robin el sábado, aunque fuera para dormirle para siempre.
  • Elsa(*) insiste, arguyendo “¿con que derecho has incinerado al perro si tenía chip?”. A esta pregunta, se le contesta que no tenía propietario (fallecida) por lo tanto tenía derecho. A lo que Elsa(*) más indignada si cabe contesta que esto no es así, que la veterinaria no tiene ningún derecho más que el que Elsa(*) podría tener.

Repito una vez más que los hechos relatados aquí se corresponden con lo que me contó mi amiga Elsa(*) cuya palabra NO PONGO EN DUDA. 

Sin embargo, sé que en estos casos, las cosas acaban en plan “es tu versión contra la mía”. 

Por ello, después de leer este post que intenté escribir de manera totalmente imparcial, vosotr@s mismos podréis decidir qué opinar del tema… 

(*) nombres ficticios por iniciativa mía

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Navidad, Navidad, dulce Navidad…

Nunca os conté cuánto me gusta la Navidad. Desde pequeña… No sé por qué será, pero hasta hace poco, había en el aire un olor distinto, un perfume a bondad y fraternidad, cómo un vuelo de amor o ternura en mi mundo… 

Cuando era pequeña, supongo que me hacía ilusión ir a casa de mi tía por estas fiestas, me daba la sensación de pertenecer a una familia normal… Mis tías vivían a unos 50 kms de donde vivíamos mis padres y yo… Sólo nos veíamos 2 veces al año, en Pascuas y en Nochebuena… Mi padre no quería ir, siempre era una lucha para poder pasar Nochebuena en familia….Nunca entendí el porqué de tal negativa… Pero en fin, a veces venía a buscarnos mi tío o mi primo, y poníamos rumbo a Saint Laurent du Pont o a Voiron, pues mis tíos se turnaban en la organización de las cenas y comidas de Nochebuena y Navidad. 

Cuando digo que me daba la sensación de pertenecer a una familia normal, me refiero a estas familias en la que los críos crecen alejados de las preocupaciones económicas de sus padres, pues ellos les mantienen a salvo de los quebraderos de cabeza financieros… Ya me entendéis, hablo de estas familias en que los adultos gestionan los problemas, y que tú, cómo niño que eres, mantienes una vida de crío, aunque te vayan inculcando el valor de las cosas. 

Mi hogar era distinto… Se escuchaban gritos muy a menudo, no había dinero, y mi padre vivía como si hubiese sido soltero. Hacía su vida, sus sábados con amigos, sus trabajillos para tener algún dinero que gastar, y yo, pues me convertí en el único apoyo de mi madre. Empecé muy joven a mirar los papeles administrativos, a tomar decisiones, y a gestionar mi propia escolaridad… 

La verdad, tenía envidia (sana, eh) de mis amig@s que tenían la suerte de tener unos hogares donde los padres, aunque estuviesen separados, se ocupaban de todo. Mis amig@s solo tenían que preocuparse por sacar buenas notas en el cole. 

Yo estudiaba sola, y del mismo modo hice mi vida de adolescente. Cómo a mi me daba la gana. Siempre estuve muy unida a mi madre, y mirándolo retrospectivamente, nunca fui una niña o adolescente problemática. Tenía muy claro lo que estaba bien y lo que no… 

Sin embargo, el rollo ese de tener una familia unida y “feliz” siempre me moló mogollón!!! 

En fin, estoy desvariando… Os estoy contando mi vida cuando lo que pretendía hacer era hablaros de las Navidades…Y de ese perfume de amor que, hasta hace pocos años, olía cuando se acercaban las Fiestas… 

No sé si seré yo quien, con la edad, está perdiendo su lado “niña” lo cual me impide oler este perfume de amor que tanto me gustaba….Pero desde algún tiempo, voy pensando en el tema, y creo que no soy la única que se está olvidando de la magia que rodeaba estas fiestas… 

Mi sueño, cuando era niña, era poder montar el árbol y el Belén junto con mis padres, ya sabéis, del modo en que lo hacen los americanos en las pelis navideñas… Nunca fue así…

Ahora, desde que Nico y yo estamos juntos, es un ritual montar el árbol escuchando villancicos (exigencia mía, que conste) rodeados de nuestros bichos… Me aporta una sensación de felicidad que no puedo describir. 

No obstante, tengo much@s amig@s que odian la Navidad… Tod@s tienen sus razones… Quién por qué perdió un ser querido por estas fechas, quién por qué le recordará unos traumas de su infancia… No lo sé… 

El caso es que a mí, me gusta la navidad, y me encanta montar un árbol con millones de luces y un montón de colores… No soy de las que hacen árboles con una temática de colores. Es que, sencillamente, eso no me va. 

El árbol ha de ser una explosión de colores, una fiesta para los ojos, y me encargo en persona de (sobre) cargarlo de ornamentos varios … Incluso a veces, Nico considera que me paso un poco, pero ¡da igual! 

Y ahora viene la moraleja de mi historia navideña… 

¿Por qué no dejar de lado, por un momento, rencores y malos rollos, porque no pararnos a pensar que lo que nos molestó quizá no era tan importante, por qué no intentar arreglar las relaciones que hemos dañado, por qué no unirnos un poco, con todo nuestro buen corazón, por qué no reflexionar un poco sobre nuestros errores en lugar de focalizarse en los de los demás??? 

Navidad es el momento idóneo para “limar asperezas”, para disculparse si uno tiene que hacerlo, o para aceptar disculpas si se nos ha ofendido…

Amig@s, el tiempo que pasa nunca se puede recuperar…. 

Tod@s tenemos nuestras circunstancias personales, tod@s hemos vivido cosas que nos han convertido en lo que somos… Tod@s hemos herido a alguien en algún momento, y tod@s lo estuvimos igualmente… 

Amig@s que leáis esto, por favor, pensad un poco en qué ha sido la vida de quien os ofendió este año, pongámonos los unos en la piel de los otros, e intentemos perdonarnos lo que nos tenemos que perdonar…

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Luci se va de médico

Mañana llevo a nuestra gata Luci a esterilizar. No recuerdo si os conté su historia, pero allí va: 

Hace más o menos un año, en el recinto donde trabajo, oí una vocecita maullar debajo de la ventana de la oficina.

En aquel momento, nuestro gato Merinos, de 12 años, llevaba muerto un mes. Para nosotros, el golpe fue brutal pues tuvo un fallo renal que nos obligó a tomar la decisión de dormirlo para siempre en un plazo de 2 días.

Como bien sabéis, y del mismo modo que os pasa a vosotros, mi modesta persona es un imán para animalitos heridos, enfermos, o atropellados. 

Y, naturalmente una gata se las arregló para parir gatitos dándoles cobijo justo debajo de los ventanales de la oficina donde me paso los días. 

Reconozco que me hizo gracia oír esa trémula voz, llegué a pensar que era una señal (y un nuevo gato) que me enviaba nuestro Merinos, desde el “más allá” gatuno (sí, sí, sé perfectamente que soy un poco rara, pero ¿qué le voy a hacer?). 

En fin, le comenté el asunto al portero del edificio (lo de los gatitos, no lo del «más allá» gatuno, no vaya ser que el también se entere de que estoy un poco sonada 😉 ), y él me contestó que solo había podido ver a los gatitos desde lejos, pues la madre era salvaje. También me dijo que le parecía que uno de los gatitos tenía los ojos mal.

Con esto, me quedé bastante preocupada, y le dije al portero que si conseguía coger al gatito, me encargaría del veterinario y demás.

Pasó una semana, durante la que puse comidita blanda justo delante del escondite de los gaticos, y una tarde, mientras bajaba para fumar (ya lo sé, tengo que dejarlo), vi al bebé que más tarde se llamaría Luci, tumbado en la hierba, junto a otro adulto. Efectivamente, tenía los ojos fatal. Uno muerto, todo blanco, y el otro que casi le salía de la cuenca de lo hinchado que estaba. 

Recuerdo estos momentos con una mezcla de ternura pero sobre todo de rizas…. Imaginaros, el portero, tumbado en la hierba a un lado de la valla, y yo tumbada en el asfalto al otro lado, con mis tacones y mi pantalón de vestir, intentando coger a una gata ciega de ni siquiera 2 mecesitos que amenazaba con dejarnos a los 2 con muñones en vez de manos. 

Fue una lucha feroz, pero lo conseguimos, y Luci acabó metida en una caja de archivos, hasta que la pudiese llevar a la veterinaria. 

Era muy pequeña (pero matona), cabía en mi mano, cola incluida. Cuando llegué a la veterinaria, y que ella la examinó, me dijo que con toda certeza habría que extirparle el ojito, pero que intentaría salvárselo. También me dijo que era hembra (que la verdad, yo no tenía ni idea, y además, no se lo había mirado, jeje)… 

Total, no hubo manera, y a la semana de tener al animalito en casa, la operamos para quitarle el ojito.

¿Y cómo es qué se acabó llamando Luci? Pues muy fácil… Vino mi sobrino a casa, y le dije que eligiera un nombre para la pequeña. Eligió “Luz”… Me quedé un poco atónita, ya que es ciega…

Al final, optamos por “Luci”, dado que se dice por allí que los animales responden mejor a su nombre cuando tiene un mínimo de 2 silabas. En fin, Así llegó Luci a nuestras vidas. 

Es ciega, sí. Totalmente. Pero no veas (jeje) las juergas que se monta en su territorio (léase las 2 habitaciones de nuestra casa).

En cambio, mi viejo gato Mouche, que por aquel entonces tenía 16 años no quiso saber nada de la pequeña. Se la presentamos mientras éste se hallaba subido como siempre a los hombros de su querido amo (mi marido).

Se puso a bufar como un loco, hasta se atragantó de la rabia que le ahogaba… Recuerdo al gato, erguido en toda su dignidad en los hombros de Nico, bufando y tosiendo, tanto por culpa de que ya no tiene edad para los cabreos como por culpa de su herido orgullo de “Gato Alfa”.

Si es que Monsieur Mouche se ganó el « monsieur » a fuerza de peleas y de dignidad ofendida, consiguiendo así demostrar que “Mouche” a secas no era lo bastante grande para su Señoría… 

Con todo esto, nosotros estábamos preocupados, pensando que quizá Luci se aburriría sin un compañero de juego y le trajimos a Don Pinpón, precioso tigretón de más o menos su edad que estaba esperando familia en el Refugio de Pollença.

Los 2 se hicieron muy amigos, y a día de hoy, se las ingenian para montar cada sarao haciendo que en comparación los perros parezcan angelitos. 

Ahora que ya conocéis la historia de Luci, vuelvo al tema con el que empecé este relato. Mañana llevo a Luci a esterilizar…. Miedo me dan sus uñas (afiladas), sobre todo desde que intenté limpiarle los oídos y que acabé con las piernas hechas trizas!!! No sé yo qué pasará cuando la meta en el transportín, y menos todavía cuando la vete le quiera poner la anestesia…

Tengo mis razones para temer la etapa “veterinaria” con Luci…. Todavía recuerdo con total claridad el día en qué tuve que llevar a Monsieur Mouche de urgencias, y que tuvimos que ponerle 3 inyecciones para que se durmiera… 

Ya os contaré cómo acaba la cosa, en un próximo post, si es que todavía me quedan dedos para teclear….

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