Erase una vez una señora alemana llamada Pippa(*) cuyo perro se llamaba Robin.
Vivía con su pareja Pepe(*) quién tenía ciertos problemas con lo que los Indios de América llamaban “agua de fuego”…
Pippa estaba muy enferma, hasta tal punto que falleció este verano. Pero amaba mucho a su perro Robin, que se quedó solo con Pepe.
Una amiga mía, que llamaré Elsa(*), le comentó varias veces a Pepe, que en caso de problemas para cuidar de Robin, bastaba con avisarla y ella se encargaría de encontrarle una buena casa al perrito.
Sin saber muy bien como ni porqué, Robin fue llevado a una finca aislada, cerca de Llubí. Ni hace falta decir que, al verse solo allí, el perro se largó pitando, con ganas de comerse el mundo…
Lo que os cuento a continuación, es lo que me explicó mi amiga Elsa(*), y, por supuesto, esta historia puede tener otra versión aparte de la suya.
Yo confío plenamente en el relato de mi amiga, dicho esto, entiendo que algunas personas prefieran oír la versión del Centro de Protección Animal donde ocurrieron los hechos aquí expuestos:
Esta historia viene a ser la típica cantinela de “es su palabra contra la mía”.
Sin embargo, aquí, relataré fríamente los hechos que me fueron expuestos:
Martes 12.11.2013:
- Aparece Robin, solo, en la carretera Llubí – Santa Margarita y lo recoge el CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia)
- El perro es llevado a las instalaciones del CEPAD y se le hace la correspondiente foto (debajo de este artículo).
- Una amiga de Elsa(*), que suele mirar siempre las fotos de los animales entrados en el CEPAD lo ve y la llama por la tarde, por si reconoce al perro.
- Elsa(*) se da cuenta que se trata de Robin, el perro de Pippa(*) la conocida suya fallecida este verano.
- Inmediatamente quiere sacar al perro.
Miércoles 13.11.2013:
Elsa(*) llama al CEPAD donde preguntan a nombre de quien está el chip. Elsa(*) explica el caso, y expresa su deseo de sacar al perro. Le comentan que necesitará los papeles de defunción, ella dice que lo gestiona.
Jueves 14.11.2013:
- Elsa(*) localiza a Pepe(*), el “dueño” de Robin, y le pide los nº de teléfono de los 3 hijos de la señora alemana fallecida, para ver si le pueden facilitar documentación.
- Ese mismo día, Elsa(*) avisa a su amiga Marga(*), quien conoce también muy bien al perro de que el animal está en el CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia).
- Por la tarde, llaman al CEPAD diciendo que no pueden venir a por Robin el viernes (Marga por razones médicas y Elsa por trabajo).
- Desde el CEPAD, les informan que podrán venir el sábado a las oficinas.
- Elsa(*) llama al ayuntamiento, para explicar el caso del animal que tiene chip a nombre de una persona fallecida, a ver qué pueden hacer. El ayuntamiento le sugiere que se pase el lunes siguiente para intentar arreglar este problema.
- Entre tanto, Marga (*) consigue un hogar para Robin.
Sábado 15.11.2013:
- Marga(*) se presenta en las oficinas del CEPAD para recoger a Robin que se encuentra en la perrera.
- Marga(*), quien camina con muleta, insiste en ir a ver al perro y sacarlo de donde esté por qué llueve mucho y no quiere que el animal se moje (en fin, preocupaciones de amantes de los animales).
- Le contestan, muy solícitos, que no hace falta, puesto que no le irá bien caminar por allí con la muleta, y que le van a traer a Robin aquí mismo.
- Robin llega, metido en un transportín.
- El perro babea, tiene los ojos secos, y no reconoce a Marga(*) a pesar de conocerla bien. Tampoco se puede poner en pie.
- Marga(*) se altera mucho, la veterinaria le comenta que se le ha puesto un antibiótico.
- Marga(*) quiere llevarse al perro y se le informa que es imposible dado que el animal no es suyo, que tiene chip, etc.
- Marga(*), todavía más alterada llama a Elsa(*), quien llama a su vez a la Fundación Natura Parc.
- La respuesta es la misma: NO se pueden llevar a Robin.
- Marga(*) quiere sacar unas fotos del perro, pero no se lo permiten.
- Marga(*), que ya está totalmente preocupada y hundida, propone 20 euros para que alguien vigile al perro de modo que no pase el domingo solo (que no fueron aceptados por qué otra persona presente le dijo a Marga(*) que se guardar el dinero).
Lunes 17.11.2013:
- Sobre las 10:30, Elsa(*) llama a CEPAD (perrera de la Fundación Natura Parc, en Santa Eugenia) para pedir noticias de Robin. No está la veterinaria, la persona que atiende el teléfono de la oficina le dice que le devolverán la llamada.
- Sobre las 12:30, viendo que no la llaman, Elsa(*) vuelve a llamar. Le comenta la veterinaria que «este perro ha comido veneno».
- Elsa(*): «¿Cuándo???? Ningún veneno tarda 4 días en declararse, y de ser así, significaría que han dejado al animal sufrir hasta que alguien dijera que vendría a por el perro, y todo el domingo solo, sufriendo en el frío y bajo la lluvia”.
- Elsa(*) pregunta cuando puede venir a por Robin.
- Al final le contestan que está muerto.
- Por lo tanto, Elsa(*) contesta que igualmente, quiere venir a por el cuerpo, para poder enterrarlo.
- Le contesta la veterinaria que hoy (lunes) no puede ser, por qué tiene papeles y gestiones que hacer.
Martes 18.11.2013:
- Elsa(*) vuelve a llamar para ir a por el cuerpo. La veterinaria le contesta que ya lo ha incinerado.
- Elsa(*) se indigna, diciendo que han dejado al perro sufrir solo todo el domingo, que esto no es ético, haberlas dejado llevarse a Robin el sábado, aunque fuera para dormirle para siempre.
- Elsa(*) insiste, arguyendo “¿con que derecho has incinerado al perro si tenía chip?”. A esta pregunta, se le contesta que no tenía propietario (fallecida) por lo tanto tenía derecho. A lo que Elsa(*) más indignada si cabe contesta que esto no es así, que la veterinaria no tiene ningún derecho más que el que Elsa(*) podría tener.
Repito una vez más que los hechos relatados aquí se corresponden con lo que me contó mi amiga Elsa(*) cuya palabra NO PONGO EN DUDA.
Sin embargo, sé que en estos casos, las cosas acaban en plan “es tu versión contra la mía”.
Por ello, después de leer este post que intenté escribir de manera totalmente imparcial, vosotr@s mismos podréis decidir qué opinar del tema…
(*) nombres ficticios por iniciativa mía