Como casi siempre, la historia de hoy va de animales. Aunque esta vez, la historia será distinta:
Habrá cobardía, insensibilidad y seres malos, y por otro lado, aparecerán buenos samaritanos, seres de luz con corazones llenos de bondad y un final feliz…
Dicho esto, el cuento de hoy, no me lo inventé, y su “final feliz” no puede ocultar todas la demás historias que acaban triste y dolorosamente.
Érase una vez un perrito chiquitito que no tenía nombre. Al parecer, ni tenía dueño porque no tenía chip. En realidad, sí que tenía dueño, pero aquella persona se desinteresó del animal hasta tal punto que eran los vecinos los que le iban alimentando.
El perrito chiquitito se iba de paseo cada día, de un lado para otro, ya que no tenía dueño que se preocupara por él.
Ya se conocía tan bien su zona de paseo que la hubiese podido recorrer con los ojos cerrados. Se iba olisqueando todo el rato, buscando a las hembras, por qué claro, cuando no se tiene un humano preocupado, pues no se está castrado…
Hasta ese día de noviembre, un día muy soleado y hermoso que nuestro simpático perrito tenía previsto aprovechar con unos de sus paseítos ; Hasta ese fatídico día en que se dio de bruces con todo lo malo de la vida cuando se es un perrito sin verdadero humano…
No se sabe muy bien cómo, pero en la carretera de Inca, nuestro perrito fue atropellado por un coche.
Desgraciadamente son cosas que pasan, a veces, puede que ni nos dé tiempo a pisar el freno… Pero cuando pasa esto, una persona con el más mínimo rastro de humanidad se para, y se lleva al animal al veterinario, aunque solo fuera para sacrificarlo, en caso de que no se pudiera hacer nada más.
En el caso de nuestro pequeño amigo, no fue así… Lo atropellaron y se largaron tan panchos, dejando al animal agonizando al borde de la carretera.
Sin embargo, esta vez sí que hubo suerte, de este tipo de dicha que parece como casualidad pero que en realidad, no lo es… Pasaron por allí unos grandes amantes de los animales que tengo la suerte de conocer. Pasaron, y SE PARARON para rescatar al perrito.
Vieron lo grave que eran las heridas, pero les dio igual… Lo cogieron y se lo llevaron al veterinario. En 2 clínicas se les negó atención médica, hasta que por fin, un veterinario digno de este nombre lo atendió.
La cosa pintaba fea, muy fea… Una patita rota que se tuvo que amputar pues no quedaba peroné, muy poco tibia y casi nada de fémur.
Se le tuvo que reconstruir el prepucio, y realizar colgajos para cubrir el músculo abdominal expuesto…
Al tío (o la tía, igual me da) que le atropelló y se largó, dejando tras sí un animal agonizando y desangrándose, le deseo lo peor de lo peor.
Eso, cuando se tiene una onza de humanidad NO SE HACE. No se deja a una ser vivo moribundo, con los huesos rotos, despellejado en medio de una carretera… ¿Qué hubiera sido de este perro sin la llegada inesperada de Gabi?
Pues se hubiese retorcido de dolor hasta morir exhausto, dejando esta vida con la maldad como último recuerdo.
Sin Gabi, sin Penny, sin María, sin TODAS estas personas que han ofrecido en seguida ayuda económica, cada uno dentro de sus (pequeñas) posibilidades, para pagar la factura de las operaciones, ¿Qué hubiese sido de él?
Vivimos en un mundo asqueroso, poblado de humanos sin humanidad, sin compasión y sin corazón, poblado de gente cobarde y rastrera y cada día surge una nueva historia demostrándolo… Cada día…
A pesar de esto, a pesar de ver tanta maldad, todavía subsiste un poco de bondad y de compasión, tal y como lo demostraron todos los que se volcaron para ayudar al pequeño.
Alguna de estas personas sugirió que el perrito sin nombre se tendría que llamar Trébol, por tener ahora solo 3 patitas, pero sobre todo por haber tenido suerte…
Trébol, te han dañado, pero aquí y ahora estás a salvo, y te espera una larga y feliz vida en una familia que te mimará como te mereces.
Aquí, doy gracias en tu nombre a todas estas maravillosas personas que se volcaron en ayudarte…¿Lo ves, pequeño Trébol? No todos los Humanos son malos….
Eres un luchador, sé feliz, Trébol