Con solo una mirada

Hace poco, os contaba mis desavenencias con el Ayuntamiento de mi pueblo en general y con el Técnico de Medio Ambiente en particular.

Bueno, pues hoy quiero explicaros porque me altero cuando noto el peso de una amenaza sobre mis peludos.

Los que viven como nosotros lo entenderán, pero los que nunca han amado a un animal siguen con el alma apagada, como justamente lo decía Anatole France (“Tant que vous n’aurez pas aimé un animal, une partie de votre âme sera toujours sans éclat, endormie”).

Es muy difícil explicar lo que uno siente al mirar a los ojos de sus animales. Digo “sus”, no porque sean propiedad nuestra, sino porque nos han entregado su corazón y su alma, y tienen en nosotros la más pura y absoluta confianza.

Lo dan todo, Todo para su “humano”, nos aman a nosotros antes que a ellos. Si nos ven tristes, se sientan a nuestro lado, silenciosos y tan reconfortantes pues con el cariño de su mirada puedan alejar una tormenta…

Vivimos en mundo duro, por muy siglo XXI que sea. Nosotros amantes de los animales, pero sobretodo respetuosos de la vida, somos muchas veces blanco de burlas… ¿Cómo vas a comparar un animal con un humano?

Eso dicen a menudo, y a eso respondo que, si la lealtad, la entrega, la bondad y la pureza son cualidades de los animales pues yo quiero ser como ellos.

No matan ni roban sino para comer, no torturan porque no tienen crueldad en el alma, no juzgan pues carecen de maldad, y pueden convivir con otras especies sin necesidad de imponerse.

No conocen la guerra, no conocen las religiones, y más aún no conocen ni la codicia ni el interés.

Sus vidas, cuando tienen la suerte de tener un hogar digno, son el amor a sus Humanos, el juego y las chuches que saben bien como conseguir.

La mirada de nuestros perros nos convierte en unos héroes, uno seres dignos del más puro amor, y solo con esto, traen luz a nuestra vida.

Os dejo aquí una foto, una imagen preciosa que ilustra de maravillosa manera lo que decía antes. Esta chica, gran amante de los animales, tiene entre sus brazos una perrita –su perrita-  que la mira con todo su amor.

Quien no lo sepa ver no es digno de llamarse humano.

Y nosotros, “animalistas” como se dice, seguiremos ayudando a animales no humanos, que algunos tachan de inferiores pero que han sabido demostrar con creces cuán elevadas son sus almas.

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